Larva humana

A Alejandro Sawa se le conoce como el bohemio heroico, porque vivió la verdadera bohemia parisina y no la golfemia que siempre rechazó. Se negó a prostituir su pluma y a dejarse sobornar, hasta que la miseria le arrojó a los ambiciosos tentáculos de  un  Rubén Darío inmisericorde. Sawa, mitad sevillano y mitad griego, llegó a verse a sí mismo deformado, como una extensa larva humana.  Y de su deformación, surgió el esperpéntico Max Estrella.

Valle Inclán vio a Alejandro Sawa en su lecho de muerte. Su amigo postrado y vencido por la ceguera, la locura y el hambre. A este evento, se suman la protesta social y las ansias del gallego por renovarse a sí mismo, y surge Luces de Bohemia.

Esperpento

Lo cierto es que, Alejandro Sawa, ya era en sí mismo una figura emblemática sin necesidad de la obra de Valle Inclán. No obstante, es de sumo interés la maestría con la que Valle describe la deformación de Max Estrella, hasta convertirlo en un títere, en un pelele. Don Alonso Zamora Vicente, en un discurso ofrecido en 1967, dijo:

Pelele, en fin, es siempre Max Estrella, ciego, deteniéndose campanudo y rodeado de repentino silencio, antes de llegarse a algún sitio, al entrar, al empezar a hablar, obligado a un torpe gesto por la ceguera.

Valle Inclán era aficionado a los títeres, y en Luces de bohemia se aprecian referencias a fantoches en acotaciones y parlamentos. Se especula con la figura de Don Latino de Hispalis, quien no arroja un paralelismo evidente con algún personaje público. Zamora Vicente adjudica este personaje a un desdoblamiento, lo que sería la otra cara de Max Estrella, y del propio Sawa.

Volviendo a la figura del títere y al concepto que el mismo Valle Inclán ofrece del esperpento, se puede analizar a Max Estrella en una evolución trepidante. Pasa de ser un escritor ciego venido a menos, a convertirse en marioneta que controlan varios personajes y circunstancias adversas de la obra.

Son otros los que mueven los hilos de Max, quitándole voluntad y fuerza. Lo despojan de las cualidades máximas de un héroe clásico: el honor y el valor. Esta manipulación lleva al protagonista de Luces de bohemia a una deformación galopante, sin treguas: el esperpento.

La bohemia

La gran bohemia se inventa en París. Alejandro Sawa vive esa efervescencia y luego vuelve a Madrid. Una noche observa a un obrero muerto en medio de la calle. Un cuerpo abatido por la noche, el hambre y el frío. Un presagio.

Con Luces de Bohemia Vallen Inclán nos sumerge en un retrato vivo de esa anécdota madrileña. Y construye -con sus proezas lingüísticas- el viacrucis de un Estrella/Sawa que está muriendo de hambre y frío ante la mirada indiferente de colegas, pueblo e instituciones.

El mismo Sawa escribió:

…Vivo ansiando que mi alma llegue a adquirir a ciertas horas de la vida la horrorosa serenidad del cadáver… ¡Este pobre dietario! ¡Cuántos días sin manchar de negro una sola página! Durante ellos, ¿qué sé yo? Ha llovido fuego del cielo sobre mi cabeza; he empeñado mis muebles para que no me expulsen de la casa; he sufrido hambre de pan y sed de justicia; me he sentido positivamente morir, sin acabar de fenecer nunca… Ya no pido sino sueño. Quiero dormir. Dormir… 

Ambos, Sawa y Estrella, consiguieron la ansiada muerte. Pero, antes de fenecer Max, Valle nos presenta la deformación lastimera de un héroe que junto a su eterno perro (y verdugo), es finalmente arrastrado por los hilos de la injusticia y el olvido.

Golfemia y tuberculosis

Se ha escrito mucho sobre la golfemia que resultó de mezclar golfos y bohemia. Pío Baroja, por ejemplo, se manifestó siempre en contra de la imagen popular del bohemio desaliñado, sucio y despreocupado de su apariencia. Llegó a ser un gran detractor de este gremio (en el que incluía a Sawa) y sentenció:

El bohemio, si se ve humilde, desdeñado, solo, llega a convertir en placer su desgracia. Si está enfermo o triste, llega a sentir una satisfacción absurda.

Alejandro Sawa también manifestó su desprecio hacia el vasco en no pocas ocasiones y llegó a decir:

¿Por qué Pío Baroja se ha quitado su zamarra y se ha vestido con la triste camisa de fuerza de los pobres escritores de ahora? Es porque es un invertebrado intelectual. Es porque carece de consistencia. Es porque no tiene fuerza en los riñones para resistir pesos. Es porque nunca la escultura ha soñado en hacer cariátides con los tuberculosos.           

No obstante, aun mirando a los bohemios con desdén, Baroja dedica en El árbol de la ciencia unas líneas breves pero fieles a la muerte de Sawa.

Perros negros

Valle Inclán fue mucho más lejos. Hizo de Max Estrella la figura bohemia por excelencia. Su Max Estrella lucha por el honor, y a tientas se mueve entre pasajes lúgubres buscando una luz que ni siquiera podrá ver.

Hay otro paralelismo importante en la obra y es el personaje de Don Latino, presuntamente inspirado por el perro negro de Alejandro Sawa. Pero Valle Inclán no se conforma con narrar los hechos con paralelismos. Su esperpento no es solo indeseable para los personajes, sino para el público. Y el esperpento es un grito de lucha, una llamada de atención escalofriante a quienes son tocados por su obra.

 

Prefiero el hambre al insomnio, porque prefiero la muerte a la locura
Alejandro Sawa

 

Ricardo Mena Rosado