Los árboles

Esos dardos lanzados a la tierra

Por una fuerza superior a ti y a mí.

Flechas fuertes, fulminantes

Enquistadas en la piel del mundo

Silenciosa

Silenciosa cópula y eterna.

Coge un lápiz

Estaca pequeñoburguesa

Mediocre

Y entierra el grafito de su lengua

En la palma de tu mano izquierda

Para que nunca escribas sin dolor.

Y no olvides

Que las minas con que escribes

Son jirones

De la piel de aquellos árboles

Lanzados

A la diana de la tierra por los dioses

Que castigan a quien pinta nimiedades

En las hojas

Esas ramas, las raíces y las copas

Llevan siglos

Ensartándose en la tundra

Y no atinan

A estamparse en tu cabeza

No te aplastan todavía

Buena suerte que has tenido

Porque sabes

Que esas flechas son misivas

Enviadas por los dioses para darles

Ultimátum a las musas y matarte

Perforar tu inspiración y asesinarte

Esos dardos de caoba mensajera

Surcan mares, infierno y purgatorio

Y babean por clavarse, tienen ganas

De alcanzar tu corazón y reventarte.